viernes, 14 de mayo de 2010

El agua: un recurso escaso (1).

El agua: un recurso escaso (1).

Daría la impresión falsa de que, desde la privilegiada posición en cuanto a recursos hídricos en la región natural de El Bierzo-Sil, emplear la palabra “escasez” sólo fuera ironía o sarcasmo. Sin embargo, es totalmente cierto que el agua dulce y apta para el consumo humano disminuirá cada vez más en algunas zonas del planeta, lo que hará insostenible en esas tierras la vida y el desarrollo.
Se ha de partir de una afirmación, avalada por las estadísticas: el consumo del agua, al igual que de otros recursos naturales, está totalmente desequilibrado y es muy desigual en el mundo. Se citan, como valores extremos, los entre 150 y 200 litros consumidos diariamente por un ciudadano norteamericano y los insuficientes 9 litros de que dispone un somalí.
Si bien más del 70% de la Tierra está cubierta por agua, de ésta únicamente un 3% es dulce y, de esta proporción, solamente la mitad sería potable. Las causas que contribuyen a la degradación del agua son diversas: exceso de materia orgánica, gérmenes patógenos y una serie amplia de sustancias químicas.
A la hora de abordar la problemática del agua, se ha de fijar una consideración común: el agua, como recurso imprescindible y vital, es limitado como bien susceptible de usos diferenciados y, por tanto, es preciso conservarlo y preservarlo.
Lo anterior nos lleva a un cambio de mentalidad, desde la concepción tradicional del agua como recurso inacabable del que servirse y abusar, hasta la perentoriedad y urgencia de que las políticas den respuesta o solución a una contingencia crítica. Los sistemas tan sencillos que sólo contemplaban la mera oferta y suministro de agua han de ser alterados y relevados por otros modelos que aporten racionalidad a las demandas de los ciudadanos y que tengan como aspecto básico a considerar que el “líquido elemento” es una materia prima ecológica y social, con la importancia necesaria para que se tomen medidas de respeto, protección y cuidado en su ámbito. Por esta circunstancia, de lo que cabrá hablar en el futuro es de un paradigma y premisa inamovibles: “la nueva cultura del agua”.



LA ESCASEZ DE AGUA:
Las fuentes, los manantiales, las cuencas de los ríos, arroyos y cañadas están sufriendo un acelerado proceso de desaparición o destrucción. Una de las razones es el incipiente cambio de clima que se nos avecina, la erosión de los suelos útiles y la plaga que se intensificará de inundaciones, sequías prolongadas y desertización. Pero es la acción humana la que origina mudanzas más drásticas y radicales: nos hemos lanzado a un tipo de deforestación delirante, ignorando y despreciando los conocimientos tradicionales- sobre todo de las comunidades primarias locales-, dejando exhaustos algunos ríos mediante varios métodos, entre los que se han de subrayar las obras de ingeniería, represas, embalses y desvíos.

Es tal el auge que el tema de la distribución del agua entre países ha adquirido en la escena internacional, que se ha impuesto como asunto “prioritario” y un ejemplo ilustrativo es que en los posibles acuerdos de paz entre Israel y sus rivales o vecinos siempre está presente. Aunque esta preeminencia no sólo está reservada para Oriente Medio, debido a que bastantes países comparten cursos de ríos siendo ello un asunto de seguridad nacional (con lo que ello conlleva), precisamente por la repercusión del uso del agua para el progreso; en la actualidad, aproximadamente el 40% de toda la población mundial habita dependiendo su subsistencia de más de 200 cuencas comunes a uno o más Estados.
Y cada vez son más alarmantes los casos de escasez de agua, que acecha y lastra irremediablemente tres facetas fundamentales para el bienestar humano: la generación de alimentos, la salud de las personas y, en conjunto, la estabilidad política y social. Esta descripción se complica todavía más si el recurso, ya deficitario, es conflictivo entre naciones que no tienen en cuenta la parcela ecológica de conservación.

De esta forma se ha acuñado hoy en día el término “política del agua” o “diplomacia del agua” cuyo diseño primigenio era tratar de asignar, distribuir, repartir y administrar convenientemente los recursos hídricos, el agua y limitar su utilización, en caso necesario. La disponibilidad y reserva de agua per cápita ha ido menguando paulatinamente de forma notoria, y ello motivado por una serie de variables: la contaminación galopante de los acuíferos, la sobrepoblación o explosión demográfica en el mundo “en vías de desarrollo”, por el riego excesivo o inadecuado, por el mal uso y despilfarro y por el creciente y acelerado ritmo de expansión del consumo. Indudablemente, el agua causa un impacto, en primer lugar, en la salud y en cuanto a la disminución de la biodiversidad en el planeta, es decir, en los seres vivos.
Desde 1.990, tomado como punto de partida, 1,6 mil millones de habitantes tienen acceso suficiente a una fuente de agua potable. Así, la mejora ha sido sustancial: el porcentaje de ciudadanos que, en el primer mundo o desarrollado, disponen de un acceso al agua seguro, potable y controlado ha pasado desde el 30% en 1971, al 71% en 1990, al 79% en el año 2000 y al 84% en el 2004. Lo cual representa un salto cualitativo en mejora del nivel de vida. Se pronostica que, en estos países avanzados, la evolución se dirigirá en el mismo sentido positivo en los años venideros.
No obstante, a pesar de lo dicho, uno de los “Objetivos de Desarrollo del Milenio“ (O.D.M.) de todos los países miembros de las Naciones Unidas es reducir ostensiblemente hasta el 50% el grado de seres humanos sin abastecimiento sostenible a fuentes y reservas de agua potable, estimándose como proyección alcanzar esta meta en el año 2015. La ONU planea y plantea para conseguir su objetivo un gasto acumulado necesario en un entorno de entre 50 y 102 mil millones de dólares, según varios escenarios.
Conforme al estudio e informe subsiguiente del año 2006, “a nivel mundial existe suficiente agua para todos”, aunque las condiciones de acceso han sido gravemente obstaculizadas por la corrupción y la deficiente o nula administración, ante todo en los países pobres.



En el “Informe de la Unesco sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo” (WWDR, 2003) se indica y resalta que el 40% de la población mundial se encuentra con una cantidad insuficiente de agua potable para su higiene diaria indispensable. Más de 2,2 millones de seres humanos, sobre todo los más vulnerables, murieron en el año 2000 a causa y como efecto de enfermedades o epidemias vinculadas y cuyo vehículo transmisor era el agua (en relación directa con el consumo de agua contaminada) o por las sequías y la hambruna consiguiente.
Por esto se da una desproporción notable entre la cantidad de agua que se subsume por escorrentías y las vastas extensiones territoriales que en su área se comprenden. Además, la corta aunque intensa época lluviosa desemboca en que el almacenaje del agua sea progresivamente menor y los niveles freáticos bajen.

Bajo este panorama insinuado México se enfrenta ya, sin más dilación, a graves consecuencias en forma de dificultades de disponibilidad, desperdicio y contaminación comprobable del agua.
Articulo Realizado por O Pereiro
Fotos:Bierzo Natura

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