TESOROS NATURALES DEL BIERZO
LOS AQUILANOS, SUS VALLES Y PROBLEMÁTICA
Los montes Aquilianos suponen el principal potencial turístico del ayuntamiento de Ponferrada. Actualmente están protegidos gracias a la Red natura 2000 creada por la Union Europea, ostentando dos figuras de protección: zona de especial protección para las aves (zepa) y lugar de importancia comunitaria (lic). En cuanto a su avifauna destacamos el halcón peregrino, el aguilucho pálido y el roquero rojo, especies que motivaron la declaración de zepa, sin olvidarnos la nidificación del aguila real y la presencia esporádica del buitre leonado. Sus especies botánicas, como los sotos centenarios de castaño, son símbolos de identidad, con endemismos como la Petrocoptis viscosa y la petrocoptis grandiflora. Estas especies, junto con el geranium dolomiticus (en peligro de extinción), son extremadamente sensibles y basta saber que están aquí, y sólo aquí, para que debamos tener un especial cuidado con cualquier actividad que pueda perjudicarlas: además de nuestra responsabilidad en cuanto al legado de nuestros hijos, está en juego nuestra propia identidad y el turismo atraído por un rico patrimonio natural, cultural y paisajístico. A veces las actividades industriales provocan graves problemas medioambientales a nivel local, pero, por su importancia nacional, por su explotación de recursos de exportación… por la razón que sea, es considerado de interés público, de importancia lo que sea… y tal vez sea cierto. ¡No es el caso! Las pistas proceden de repoblaciones forestales, millones gastados en repoblaciones forestales que no tienen interés natural, sino que destrozan los montes, aran piornales, brezales y praderías en lugares de suma importancia botánica y totalmente inadecuados por su escasa productividad maderera y el impacto ambiental que conllevan, para plantar pinos donde nunca existieron de forma natural, donde es el matorral lo que la sabia naturaleza exige y volverá a restituir, incluso en las escombreras de nueva creación. Tampoco se trata de puestos de trabajo, nadie permanece allí después de unos meses; ni de mejora económica, ninguna ayuda a los vecinos y una mano al cuello con lo que a la promoción turística se refiere; sólo unos pocos se beneficiarán de subvenciones mal concedidas, lo cual no puede justificarse.
El pueblo de San Adrián de Valdueza conserva su valle casi igual que siglos atrás, aunque con las tierras de labor y *bouzas cubiertas de monte. Es un paisaje dominado por las lajas de pizarra y el brezo, donde los robles salpican sus umbrías y un soto de castaños centenarios, en la proximidad del pueblo, acompaña en parte el río, escoltado a su vez de alisos, nogales, prádanos, chopos…
Y no hace más de 6 años que el pueblo tuvo un impulso de recuperación. Sus anteriores vecinos sin contar con administración ninguna acondicionaron el camino de acceso, lo que permitió la recuperación de varias de sus propiedades. En su mayor parte, sin otro requerimiento que el de su buen hacer, nos ofrecen el cuidado de su arquitectura. Pero con el regreso de sus vecinos hizo aparición el progreso. Como los montes cicatrizados de canteras de la vecina Cabrera, el tributo ha supuesto que el valle no pueda ya nunca recuperarse de sus profundos impactos ambientales. En sus laderas casi verticales, las peñas aparecen desmenuzadas, formando escombreras de hasta 20 metros de altura con kilómetros de longitud; son las pistas que atraviesan el valle y llegan a sus cumbres, destrozando toda su orografía, partiendo los robledales, hiriendo el paisaje e hiriendo de muerte un futuro asentamiento poblacional que huye acompañando a los turistas decepcionados. Este nos dicen que es el precio del progreso, un progreso que habla en números irracionales, superando exponencialmente el precio de las pistas que destrozan su futuro al precio del olvidado camino vecinal, con el que nadie más que sus vecinos colaboró.
Ahora el Ayuntamiento de Ponferrada urge un plan de ordenación, ahora se han vuelto cruzados del medio ambiente… y ante lo visto, todo es papel mojado. Seguirán permitiendo el abandono de los pueblos de Bouzas, de San Adrián, de Montes, sin restauraciones arquitectónicas de ningún tipo, dejando incluso su patrimonio histórico-cultural al cuidado de los ladrones. Pero hay que apoyarlos: que traigan estudiosos, que estudien, que ordenen en sus libretas… hay que apoyar y hay que exigir. Queremos que estudien, y no sólo el marketing, pero queremos también actuaciones prácticas, inversiones de mejora reales y, ya que el equipo de gobierno municipal no comprende siquiera unos principios mínimos de ecología o carecen de sentido común (a no ser que existan otros intereses ocultos), queremos que no permitan más repoblaciones nocivas, queremos, en definitiva, resultados apreciables sobre el terreno y que no entren en contradicción con sus agendas de buenas intenciones expuestas en hojas de periódico.
Y la repoblación habrá sido aprobada por los técnicos competentes, aunque seguro que se salta la ley. Y Carlos, el alcalde de la ciudad verde, el de las medallas verdes, el de los estudios verdes, el de la policía verde, el de la escoba de plata, podrá alegar que no es de competencia municipal dar viabilidad a un proyecto de repoblación, pero permitirlo, ¡por no sé que números¡, ha destrozado un valle (y no es el único). Carlos: Usted ha solicitado la repoblación, ha traído su financiación, ha entregado el valle de San Adrián. Sí usted, firmándola usted mismo, o su concejala, o a quién haya delegado. ¿Dirá que no, cuando los montes de San Adrián son propiedad municipal, sin existir Junta Vecinal de San Adrián, a cuyos propietarios no se les ofrece ni el modo de acceder a sus casas y sin embargo entregas sus bienes y su futuro? ¿Dirá que no cuando es el representante de la propiedad, o sea usted, el que solicita las repoblaciones?
O no conoce su municipio o no lo valora, ya que el daño que ha provocado y permitido nunca se podrá reparar, ni tampoco compensar con un estudio y una información pública donde, bien seguro, no se mencionará lo expuesto.
El pueblo de San Adrián de Valdueza conserva su valle casi igual que siglos atrás, aunque con las tierras de labor y *bouzas cubiertas de monte. Es un paisaje dominado por las lajas de pizarra y el brezo, donde los robles salpican sus umbrías y un soto de castaños centenarios, en la proximidad del pueblo, acompaña en parte el río, escoltado a su vez de alisos, nogales, prádanos, chopos…
Y no hace más de 6 años que el pueblo tuvo un impulso de recuperación. Sus anteriores vecinos sin contar con administración ninguna acondicionaron el camino de acceso, lo que permitió la recuperación de varias de sus propiedades. En su mayor parte, sin otro requerimiento que el de su buen hacer, nos ofrecen el cuidado de su arquitectura. Pero con el regreso de sus vecinos hizo aparición el progreso. Como los montes cicatrizados de canteras de la vecina Cabrera, el tributo ha supuesto que el valle no pueda ya nunca recuperarse de sus profundos impactos ambientales. En sus laderas casi verticales, las peñas aparecen desmenuzadas, formando escombreras de hasta 20 metros de altura con kilómetros de longitud; son las pistas que atraviesan el valle y llegan a sus cumbres, destrozando toda su orografía, partiendo los robledales, hiriendo el paisaje e hiriendo de muerte un futuro asentamiento poblacional que huye acompañando a los turistas decepcionados. Este nos dicen que es el precio del progreso, un progreso que habla en números irracionales, superando exponencialmente el precio de las pistas que destrozan su futuro al precio del olvidado camino vecinal, con el que nadie más que sus vecinos colaboró.
Ahora el Ayuntamiento de Ponferrada urge un plan de ordenación, ahora se han vuelto cruzados del medio ambiente… y ante lo visto, todo es papel mojado. Seguirán permitiendo el abandono de los pueblos de Bouzas, de San Adrián, de Montes, sin restauraciones arquitectónicas de ningún tipo, dejando incluso su patrimonio histórico-cultural al cuidado de los ladrones. Pero hay que apoyarlos: que traigan estudiosos, que estudien, que ordenen en sus libretas… hay que apoyar y hay que exigir. Queremos que estudien, y no sólo el marketing, pero queremos también actuaciones prácticas, inversiones de mejora reales y, ya que el equipo de gobierno municipal no comprende siquiera unos principios mínimos de ecología o carecen de sentido común (a no ser que existan otros intereses ocultos), queremos que no permitan más repoblaciones nocivas, queremos, en definitiva, resultados apreciables sobre el terreno y que no entren en contradicción con sus agendas de buenas intenciones expuestas en hojas de periódico.
Y la repoblación habrá sido aprobada por los técnicos competentes, aunque seguro que se salta la ley. Y Carlos, el alcalde de la ciudad verde, el de las medallas verdes, el de los estudios verdes, el de la policía verde, el de la escoba de plata, podrá alegar que no es de competencia municipal dar viabilidad a un proyecto de repoblación, pero permitirlo, ¡por no sé que números¡, ha destrozado un valle (y no es el único). Carlos: Usted ha solicitado la repoblación, ha traído su financiación, ha entregado el valle de San Adrián. Sí usted, firmándola usted mismo, o su concejala, o a quién haya delegado. ¿Dirá que no, cuando los montes de San Adrián son propiedad municipal, sin existir Junta Vecinal de San Adrián, a cuyos propietarios no se les ofrece ni el modo de acceder a sus casas y sin embargo entregas sus bienes y su futuro? ¿Dirá que no cuando es el representante de la propiedad, o sea usted, el que solicita las repoblaciones?
O no conoce su municipio o no lo valora, ya que el daño que ha provocado y permitido nunca se podrá reparar, ni tampoco compensar con un estudio y una información pública donde, bien seguro, no se mencionará lo expuesto.